Verdadera revolución médica, los antibióticos marcaron un punto de inflexión en la lucha contra las enfermedades infecciosas. Sin embargo, la toma de medicamentos antibióticos puede provocar efectos secundarios importantes y generar fenómenos de antibiorresistencia bastante preocupantes.
Numerosos estudios se han realizado para poner de manifiesto las propiedades antibacterianas de sustancias naturales. ¿Existe un antibiótico natural? Aquí te presentamos 10. Consulta al final de la lista para entender todo sobre el funcionamiento de los antibióticos.
N.B : aunque sean naturales, estas sustancias deben usarse con precaución, vigilando las interacciones medicamentosas. Nunca interrumpa un tratamiento antibiótico prescrito por un médico.
El ajo

¡Es el antibiótico natural por excelencia! Este bulbo, muy empleado en la cocina, contiene numerosos beneficios. Es, entre otras cosas, prebiótico, antioxidante y antibacteriano. En la Edad Media se habría utilizado para combatir la peste. Este estudio sugiere su efecto en la reducción de las poblaciones de Salmonella, Escherichia Coli y Listeria. Su uso también se estudia en el tratamiento de la tuberculosis multirresistente. El ajoeno, un compuesto azufrado del ajo, presenta propiedades antibacterianas que, según este estudio, contribuirían a reducir las infecciones crónicas.
Cómo consumirlo: se puede masticar uno o dos dientes de ajo al día en caso de infecciones de las vías respiratorias. El ajo también se puede consumir en infusión o en decocción. Para las infecciones cutáneas como las verrugas, en algunas tiendas se encuentran cremas a base de ajoeno. También existe en forma de polvo, de cápsulas o de aceite.
La miel de Manuka

Es una miel oscura de sabor particularmente pronunciado. Su nombre proviene del árbol sobre el que crece en Nueva Zelanda. Está particularmente concentrada en metilglioxal, una poderosa sustancia antibacteriana. El índice UMF, «Unique Manuka Factor», mide su efecto antibacteriano y su contenido en metilglioxal. Este estudio sugiere su efecto sobre las infecciones multirresistentes. También se emplea para aliviar los síntomas del acné.
Cómo consumirlo: se prefieren las mieles con un índice UMF bastante elevado. En el tratamiento del acné se puede aplicar en forma de mascarilla fina sobre el rostro. También se pueden tomar una o dos cucharadas al día para combatir las infecciones ORL como las anginas. ¡Para disfrutar de su delicioso sabor caramelizado!
El neem o margosa

El neem es un árbol originario de la India. Es una de las plantas emblemáticas de la medicina ayurvédica. Su acción antibacteriana se atribuiría al nimbidin, un compuesto extraído de sus semillas, como indica este estudio. Este otro estudio presenta su efecto beneficioso sobre bacterias del tipo Escherichia coli y Salmonella. Se usará con precaución para evitar cualquier toxicidad o peligrosidad.
Cómo consumirlo: se prefiere un aceite ecológico, concentrado. Se utiliza generalmente en forma de aceite para aliviar problemas de la piel como el acné o las micosis. Aliviará las infecciones mientras aporta suavidad a la piel. En los granos de acné puede emplearse en sinergia con arcilla.
El árbol de té

El árbol del té o tea tree es originario de Australia. De él se extrae un aceite utilizado durante siglos por los aborígenes. Se ha vuelto a poner de actualidad debido al creciente problema de la antibiorresistencia. Su aceite esencial es una de las estrellas de la aromaterapia: ¡se emplea para aliviar numerosas infecciones! Este estudio, al igual que este otro estudio, analizan sus propiedades antibacterianas.
Cómo consumirlo : para calmar el acné o el eccema, se recomienda diluir el aceite esencial de árbol de té en un aceite vegetal. En caso de angina, se pueden hacer gárgaras. Para combatir trastornos digestivos como la parasitosis, es posible ingerirlo. ¡Consulte a un terapeuta en todos los casos para un consumo supervisado!
El jengibre

Este es un excelente antibiótico natural. El jengibre es un rizoma originario de la India. Es uno de los pilares de la medicina tradicional india. Su acción antibacteriana sería, según este estudio, debida a sus compuestos volátiles como el borneol o el camphene. Tendrían un efecto sobre un amplio espectro de bacterias que incluye a las Salmonella y Escherichia coli.
Cómo consumirlo : el jengibre se puede consumir en decocción o en infusión. También existe en forma de zumo y en polvo. El aceite esencial de jengibre sirve para remediar males como la sinusitis o la bronquitis.
La equinácea

Es una bonita planta de pétalos rosados. Se encuentra originariamente en las llanuras de América del Norte, donde los indígenas la empleaban para curar numerosos males. Consumida con fines preventivos, estimularía el sistema inmunológico y ayudaría al organismo a combatir los ataques de las bacterias. Este estudio analizó la acción del extracto de Echinacea purpurea sobre una amplia variedad de bacterias, incluyendo Legionella pneumophila.
Cómo consumirla: es bastante fácil encontrarla en forma de cápsulas o comprimidos. También se puede beber en infusiones utilizando sus raíces, sus hojas o sus flores. En caso de infecciones, se recomienda tomarla como tratamiento.
La hidraste de Canadá

Es una planta americana cuya versión silvestre está en peligro de extinción. En Canadá, por ejemplo, las raíces y los rizomas de esta planta deben proceder de una variedad cultivada para ser procesados. Varios estudios han demostrado los efectos antibióticos de amplio espectro de esta planta contra bacterias y hongos. La berberina es el compuesto de esta planta que le conferiría sus preciadas propiedades.
Cómo consumirla: generalmente consumida por vía interna, su raíz se tritura y existe en forma de cápsulas. Se puede usar en caso de bronquitis o infección urinaria. También existe en forma de tintura, se puede emplear como gargarismo o para aliviar las infecciones ORL.
La cúrcuma

Planta originaria de la India, la cúrcuma forma parte de la misma familia que el jengibre. Esta especia se utiliza ampliamente en la cocina para aportar un sabor suave y un color notable a numerosos platos. Pero también se usa de forma externa sobre la piel para aprovechar sus virtudes antibacterianas. Este estudio presenta su acción sobre un tipo de estafilococo resistente a la meticilina.
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Cómo consumirlo: existe aceite esencial de cúrcuma que se puede aplicar en la piel diluyéndolo en un aceite vegetal. Aliviará el acné o la micosis cutánea, por ejemplo. En caso de gingivitis, se puede preparar un enjuague bucal casero con polvo de cúrcuma.
La jalea real

La jalea real es una sustancia lechosa secretada por las abejas para alimentar a los prestigiosos residentes de la colmena (la reina y las larvas). Se recomienda especialmente para reforzar el sistema inmunitario con el fin de proteger el organismo de los ataques de virus y bacterias. Esto gracias a la acción de ácidos grasos y proteínas como las Major Royal Jelly Proteins. Este estudio puso de manifiesto la acción antibacteriana de diversos compuestos de esta jalea. Es un antibiótico natural reconocido.
Cómo consumirla : se pueden degustar cucharadas para disfrutar de su ligero sabor ácido y de sus propiedades antibacterianas. También se puede aplicarla externamente para combatir el acné, por ejemplo. Para una mayor eficacia, se puede consumir en forma de cura; por lo general está disponible en ampollas.
Los clavos de olor

Los clavos de olor son los botones florales de un árbol originario de Indonesia. Contienen eugenol con propiedades antibacterianas y antifúngicas. Este estudio presenta su acción sobre numerosos tipos de bacterias. Este otro estudio puso de manifiesto la eficacia en la reducción de la actividad bacteriana de un enjuague bucal a base de estos clavos, árbol de té y albahaca.
Cómo consumirlo : el clavo se utiliza principalmente en forma de aceite esencial. Se puede emplear diluido en un aceite vegetal en caso de infección urinaria o respiratoria. También se puede consumir en forma de infusión o decocción.
Los antibióticos, sustancias derivadas de fuentes naturales
Las bacterias, objetivos de la acción de los antibióticos
Una bacteria es un ser vivo microscópico; en promedio su diámetro es cincuenta veces más fino que el de un cabello. ¡Son los primeros seres vivos terrestres! Piel, boca, intestino, vagina… Los microorganismos colonizan todas estas partes del cuerpo humano.
Afortunadamente, la convivencia con estos gérmenes suele ser pacífica y sin peligro. En el intestino, por ejemplo, las bifidobacterias actúan de manera beneficiosa, reforzando el sistema inmunitario y protegiendo la barrera intestinal.
También están omnipresentes en nuestro entorno, este estudio revela la presencia masiva de bacterias de tipo bacilo o estafilococo en los teclados de ordenador. Pero algunas bacterias pueden penetrar en el organismo y ser la causa de infecciones bacterianas como la tuberculosis o la enfermedad de Lyme.
Su peligrosidad se ve aumentada por el hecho de que pueden multiplicarse a toda velocidad. Cuando el sistema inmunitario no logra combatir una infección bacteriana, a menudo se recurre a los antibióticos.
El reciente descubrimiento de los antibióticos
Cuando se habla de antibióticos a menudo se piensa en sustancias sintéticas utilizadas en la medicina moderna; sin embargo, los antibióticos proceden de sustancias naturales.
Un antibiótico, del griego «anti», contra y «biotikos», que se refiere a la vida, es una sustancia que permite eliminar o reducir una población de bacterias. No tienen efecto sobre los virus ni sobre los hongos. Por tanto, por ejemplo, serán inútiles e ineficaces para tratar una angina viral.
Y sí, todos tenemos en mente ese eslogan contundente «los antibióticos no son automáticos». Los antibióticos que se usan habitualmente se producen a partir de moléculas sintetizadas de forma natural por microorganismos. Otros se diseñan de forma 100% sintética.
La penicilina, que proviene de los mohos de un hongo, se considera el primer antibiótico entre ellos. Se empleó mucho durante la Segunda Guerra Mundial para contener las infecciones de las heridas de los combatientes, como la gangrena.
De una revolución médica a la cuestión de la antibiorresistencia
El descubrimiento de los antibióticos permitió aumentar la esperanza de vida humana, con la casi eliminación de enfermedades infecciosas como la tuberculosis o el cólera. Se utilizan ampliamente para acabar con infecciones de origen bacteriano como las anginas o las infecciones urinarias.
Sin embargo, su uso masivo ha provocado formas de resistencias bacterianas. En concreto, las bacterias que sobrevivan a un tratamiento antibiótico serán las mejor armadas para defenderse de esa sustancia. ¡Lo que puede llevar a que los tratamientos farmacológicos sean menos eficaces! La resistencia a los antibióticos es considerada por la OMS como un flagelo importante del siglo XXI.
Además, los antibióticos prescritos no distinguen entre las bacterias dañinas o patógenas y las buenas bacterias inofensivas. En general, es pertinente consumir probióticos y prebióticos durante un tratamiento antibiótico. Los prebióticos permitirán atenuar los daños de los antibióticos a nivel de la flora intestinal y los probióticos actuarán como un combustible para reforzar su acción beneficiosa.
Los antibióticos naturales, una acción antibacteriana probada
Un antibiótico natural contiene sustancias con eficacia antibacteriana probada. Una de las ventajas de un antibiótico natural frente a las formas clásicas es que ocasiona menos efectos secundarios. También reduce el riesgo de alergias, ya que el cuerpo a veces considera los antibióticos clásicos como peligrosos enemigos a neutralizar.
Algunos antibióticos naturales como el ajo ofrecen buenas perspectivas en la lucha contra las bacterias multirresistentes. Permiten combatir ciertos tipos de bacterias al tiempo que refuerzan nuestro sistema inmunológico. Sin embargo, son sustancias que deben manejarse con precaución debido a posibles interacciones con medicamentos.

