Higuera: beneficios, posología, contraindicaciones

La higuera es un árbol frutal que puede alcanzar los 8 metros de altura, que prefiere los terrenos rocosos y crece alrededor de la cuenca mediterránea. Su follaje caducifolio comprende grandes hojas, anchas de 25 cm, gruesas, coriáceas, con 3 a 5 lóbulos profundos, de borde liso, aterciopeladas por debajo y rugosas por encima. Sus frutos, los higos, son de color violeta o verde, y tienen una pulpa aromática y dulce. Las ramas y la piel del higo contienen látex. Se piensa que los higos fueron cultivados por primera vez en Egipto. Se difundieron en la antigua Creta y, más tarde, en la antigua Grecia, donde se convirtieron en un alimento básico. Los higos incluso ostentaron el estatus de fruto sagrado durante la época romana. Los brotes, las hojas y los frutos de la higuera se utilizan en fitoterapia. La hoja contiene alcaloides, flavonoides, psoraleno, glucósido del ácido psorálico, beta-sitosterol, bergaptén y taraxastérol. El látex o la savia de las hojas contiene ficina, una enzima proteolítica que provoca picor, así como otras enzimas. Las hojas y los frutos contienen flavonoides, antocianos, cumarinas, saponinas y terpenos y otros compuestos fenólicos. Las hormonas vegetales del brote de higuera son las siguientes: las auxinas (crecimiento) y las giberelinas (germinación). El brote de higuera actúa sobre el sistema endocrino contribuyendo a la regulación de los trastornos nerviosos. En gemoterapia, constituye un remedio clave en el ámbito psicosomático. Se utiliza, en particular, para los trastornos digestivos (reflujo gástrico, úlceras, gastritis, colitis...).