Azufre: beneficios, posología, contraindicaciones

El azufre es un elemento químico indispensable para el buen funcionamiento del cuerpo humano. Como el tercer mineral más abundante en el cuerpo humano, después del calcio y el fósforo, el azufre desempeña un papel crucial en diversos procesos fisiológicos. Presente en una cantidad de 1,6 g por kilo de peso corporal, el azufre es esencial para la integridad y la elasticidad de nuestros tejidos. Es, en particular, un constituyente principal de los aminoácidos como la metionina, la cisteína y la taurina, que son fundamentales para la síntesis de proteínas. Estas proteínas desempeñan un papel clave en la formación y el mantenimiento de los tejidos corporales, incluidos el cartílago óseo y las paredes arteriales. Se puede encontrar azufre en el ajo, las cebollas y el brócoli. El riesgo de deficiencia aumenta con el envejecimiento. Históricamente, el azufre se ha utilizado ampliamente en el tratamiento de diversas patologías crónicas, en particular los trastornos osteoarticulares como la artrosis y las enfermedades bronquiales. Como agente mucolítico, ayuda a reducir la viscosidad de las secreciones bronquiales, facilitando su eliminación. Esta propiedad también se aprovecha en ciertos balnearios, donde las aguas ricas en azufre se utilizan para tratar afecciones cutáneas, respiratorias y reumáticas. El papel del azufre se extiende a los procesos de eliminación de desechos a nivel hepático, apoyando la degradación de metabolitos fisiológicos, de hormonas esteroides y del colesterol. Además, participa en la desintoxicación de sustancias tóxicas, incluidos los medicamentos y los xenobióticos. Los productos de oligoterapia que contienen azufre se utilizan en el manejo de patologías alérgicas, en la desintoxicación y en el tratamiento de las afecciones ORL.