Si bien la espirulina y sus beneficios excepcionales empiezan a ser conocidos por el gran público en Francia, su origen, sus productores y la posición de liderazgo de Francia lo son menos. Así, en los últimos 5 años, el número de productores franceses de espirulina se ha duplicado y su facturación se ha cuadruplicado — fruto de un saber hacer y de una organización únicos en el mundo.
Descubra nuestro estudio realizado en colaboración con la Federación de Spiruliniers de Francia sobre la producción de espirulina francesa, ¡y no dude en compartir nuestra infografía!
La espirulina, «el alimento del futuro» según la ONU

La espirulina es una cianobacteria: un microorganismo acuático que vive gracias a la fotosíntesis. Existe desde hace 3.500 millones de años. A medio camino entre el mundo animal y el vegetal, la espirulina es considerada como el alimento más rico y el más equilibrado después de la leche materna. Contiene en efecto 3 veces más proteínas que la carne de vacuno, 12 vitaminas, 11 minerales y oligoelementos, así como 18 aminoácidos.
Más allá de sus características nutricionales excepcionales, la espirulina presenta cualidades ambientales únicas. La producción de la proteína de espirulina consume, de hecho, 30 veces menos agua que la producción de la proteína de soja, y el crecimiento de la cianobacteria implica la absorción de grandes cantidades de CO2 y la producción de oxígeno.
Una producción francesa en fuerte crecimiento, centrada en los circuitos cortos

El consumo mundial de espirulina se dispara, ya que se consume tanto por humanos como por animales y se utiliza en algunas industrias, sobre todo en cosmética. El mercado mundial de la espirulina se estimaría en 346 M$ en 2018, con un crecimiento del 11% anual (fuente: Allied Market Research).
La estructura del mercado francés es particularmente original: la producción está fragmentada entre pequeños productores cada vez más numerosos (pasaron de 50 en 2013 a 133 en 2019) que cubren el territorio francés y atienden, ante todo, a un mercado local. La espirulina francesa se vende sobre todo en circuitos cortos – el comercio electrónico, la venta en la granja, los mercados y las ferias representan el 70% de las ventas – lo que garantiza márgenes preservados para los productores.

Esta elección resulta ganadora, ya que entre 2014 y 2018 las superficies cultivadas se duplicaron, y la facturación de los productores se triplicó hasta alcanzar más de 6 M€ en 2018.
Una competencia industrial internacional que representa la mayor parte de las ventas en Francia

Con un consumo total estimado en 400 toneladas, Francia forma parte de los grandes mercados de la espirulina a nivel mundial.
La espirulina importada representa el 90% del consumo francés. Ultra competitiva en términos de coste, se produce esencialmente en China, India y Estados Unidos en grandes granjas industriales. El método de fabricación, y en particular las técnicas de secado de la espirulina (alta / baja temperatura), es responsable de una diferencia importante en la calidad entre los productos importados y la producción francesa calificada de “paysanne”.
Más allá de los problemas de contaminación, registrados especialmente por la ANSES desde 2017, la espirulina industrial generalmente no ofrece ninguna información de trazabilidad, presenta cualidades gustativas degradadas y una riqueza nutricional menor que la espirulina artesanal producida en Francia.
Las perspectivas de futuro de la espirulina francesa

Representando aproximadamente el 80% de los productores de espirulina francesa, la Federación de Spiruliniers de Francia trabaja en 3 frentes importantes :
- Desde su creación en 2009, la I&D es un objetivo prioritario : se trata de optimizar el proceso de producción y control de la espirulina, con el objetivo de obtener una calidad nutricional, sanitaria y gustativa cada vez mayor, para una huella ecológica perfectamente controlada.
- La FSF también trabaja en la creación de una marca colectiva certificada, que permitiría a los productores franceses diferenciarse de los productos importados y que reflejaría su saber hacer único.
- La certificación ecológica de la producción francesa ante la Unión Europea es una iniciativa crucial, aunque compleja desde el punto de vista regulatorio. El reto es importante: muchos productos importados se consideran «ecológicos» teniendo en cuenta reglas de equivalencia entre la UE y el país exportador, y ello sin visibilidad ni control sobre las condiciones de producción.
Teniendo en cuenta estas iniciativas y el fuerte crecimiento del consumo en Francia, se estima que la producción francesa debería duplicarse para 2022 y alcanzar las 80 toneladas, y 16 millones de euros de facturación anual.


