Esclerosis múltiple: los complementos alimenticios más eficaces

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune desmielinizante que afecta al sistema nervioso central, especialmente en adultos jóvenes. Se manifiesta por lesiones inflamatorias diseminadas en el cerebro y la médula espinal, provocando la destrucción de la mielina, esa vaina aislante que rodea las fibras nerviosas. Esta desmielinización altera la transmisión de las señales nerviosas, causando diversos síntomas a menudo incapacitantes.

Causas : Un ataque contra el sistema nervioso

La EM resulta de una respuesta inmunitaria anómala en la que el sistema inmunitario se dirige a las proteínas de la mielina. Es una enfermedad compleja y multifactorial, cuyas etiologías en gran medida aún no se comprenden completamente. No obstante, se han identificado varios factores genéticos y ambientales que contribuyen a su desarrollo. • Respuesta inmunitaria inadecuada : La presencia de linfocitos T CD4 en las placas inflamatorias sugiere que estas células desempeñan un papel central en el ataque contra la mielina. Autoantígenos como la proteína básica de la mielina (PBM) o la glicoproteína específica de los oligodendrocitos suelen estar implicados en esta reacción. • Factores genéticos : La susceptibilidad a la EM está fuertemente asociada a variantes del gen HLA-DR15, que favorecen el reconocimiento erróneo de la mielina como un objetivo inmunitario. Sin embargo, esta predisposición por sí sola no explica la aparición de la enfermedad. • Papel de los radicales libres : Un déficit de enzimas antioxidantes, como la glutatión peroxidasa, hace que las células nerviosas sean vulnerables al ataque de los radicales libres, exacerbando las lesiones neuronales. • Factores ambientales : Las infecciones virales, en particular por el virus de Epstein-Barr, y una deficiencia de vitamina D desempeñan un papel desencadenante. Estudios sugieren también una influencia del microbiota intestinal, sobre todo por bacterias capaces de atravesar la barrera intestinal y activar el sistema inmunitario.

Síntomas

Los síntomas de la EM son variables y dependen de las zonas afectadas por las placas: • Trastornos motores : debilidad muscular, espasticidad o incluso parálisis. • Alteraciones sensoriales : hormigueos, pinchazos, dolores neuropáticos. • Fatiga crónica : frecuente y a veces incapacitante. • Problemas visuales : neuritis óptica, visión borrosa o doble. • Disfunciones cognitivas : problemas de memoria, enlentecimiento del procesamiento de la información. • Afectación esfinteriana : incontinencia urinaria, problemas sexuales..

Tratamientos

Los tratamientos de la EM tienen como objetivo reducir la frecuencia y la gravedad de las recaídas inflamatorias, ralentizar la progresión de la enfermedad y controlar los síntomas. Los tratamientos principales incluyen: • Inmunomoduladores : interferones beta, acetato de glatiramer para reducir las recaídas​. • Inmunosupresores : para reducir la actividad del sistema inmunitario, como la mitoxantrona​. • Anticuerpos monoclonales : como el natalizumab, que bloquea la entrada de linfocitos en el SNC​. • Sintomáticos : rehabilitación, fisioterapia, tratamientos para la espasticidad y el dolor​.

Papel de la alimentación

La EM, más frecuente en los países occidentales, parece estar influenciada por la alimentación. La dieta típica de los países occidentales es rica en grasas saturadas, lácteos, cereales refinados y azúcares de rápida absorción, elementos asociados a un mayor riesgo de inflamación sistémica y a alteraciones de la permeabilidad intestinal. La permeabilidad intestinal podría favorecer el paso de péptidos bacterianos al sistema sanguíneo, desencadenando reacciones inmunitarias inapropiadas. La prevalencia de la EM es más alta en poblaciones que consumen muchos productos lácteos y carnes ricas en grasas saturadas. En contraste, las poblaciones costeras de Noruega o los japoneses, que consumen más pescado y aceites vegetales ricos en omega-3, presentan una incidencia menor de EM. Los omega-3 poseen propiedades antiinflamatorias que pueden proteger a los oligodendrocitos y limitar la desmielinización. Una alimentación adecuada para el manejo de la esclerosis múltiple se basa en una reducción de las grasas saturadas y de los productos lácteos, a menudo asociados a reacciones inflamatorias, en favor de un incremento de grasas insaturadas y micronutrientes esenciales. Las grasas insaturadas, presentes en los aceites vegetales de primera presión en frío y en los pescados grasos, aportan ácidos grasos omega-3 y gamma-linolénico, reconocidos por sus efectos antiinflamatorios y protectores sobre las células nerviosas. También se aconseja priorizar una alimentación rica en vitaminas y minerales, especialmente las vitaminas C y E, el selenio y el zinc, para reducir el estrés oxidativo. La incorporación de alimentos no procesados, ricos en fibra y antioxidantes, apoya la salud de la barrera intestinal, limitando la entrada de péptidos inmunógenos en el sistema sanguíneo. Finalmente, la eliminación de sustancias proinflamatorias como el alcohol, el tabaco y los productos ultraprocesados es esencial.

Pronóstico

El pronóstico de la esclerosis múltiple varía considerablemente de un paciente a otro. Las formas remitentes-recurrentes, que representan alrededor del 85 % de los casos al inicio, suelen asociarse a un mejor pronóstico, sobre todo si las recaídas son poco frecuentes y leves durante los primeros años. Factores como la edad joven en el momento del diagnóstico, el sexo femenino y la ausencia de discapacidad significativa tras las primeras recaídas también se asocian a una evolución más favorable. En contraste, las formas progresivas, ya sean primarias o secundarias, tienden a evolucionar hacia una discapacidad más marcada con los años, en particular en ausencia de tratamiento. Un abordaje integral, que incluya seguimiento médico, rehabilitación adecuada y ajustes en la alimentación, puede contribuir a mejorar la calidad de vida y a limitar el impacto en las actividades diarias.