Enfermedades inflamatorias crónicas del intestino: complementos alimenticios más eficaces

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Las MICI agrupan dos patologías principales: la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa (CU). Estas afecciones se caracterizan por una inflamación crónica de la pared intestinal, causada por una desregulación del sistema inmunitario. Alrededor de 200.000 personas están afectadas en Francia, con una incidencia creciente en los países en vías de industrialización. Las MICI evolucionan en brotes inflamatorios, alternando con fases de remisión. Los síntomas incluyen diarreas frecuentes, a veces con sangre, dolores abdominales y fatiga generalizada. Son frecuentes las manifestaciones extraintestinales: artritis, eritema nudoso, uveítis y colangitis esclerosante. Las complicaciones incluyen estenosis, fístulas y un riesgo aumentado de cáncer colorrectal.

Etiología

Las MICI resultan de una combinación de factores genéticos, inmunológicos y ambientales: • Genéticos: Las investigaciones genéticas sobre las enfermedades inflamatorias crónicas del intestino (MICI) han identificado genes específicos asociados a un mayor riesgo de desarrollar estas enfermedades. NOD2, un gen implicado en el reconocimiento de bacterias, presenta variaciones que reducen la capacidad de eliminar microbios y alteran las interacciones entre la mucosa intestinal y el microbiota. ATG16L1, implicado en la autofagia, interviene en la gestión del estrés celular y en la regulación de las respuestas inflamatorias. Por último, IL23R codifica para el receptor de la interleucina 23 (IL-23), una molécula clave en la regulación inmunitaria. Variaciones genéticas de IL23R pueden provocar una hiperactivación de los linfocitos TH17, que liberan citocinas proinflamatorias y generan una inflamación crónica de la mucosa intestinal. • Inmunológicos: Desregulación del sistema inmunitario que se traduce en la producción de citocinas inflamatorias, el mal funcionamiento de las células reguladoras que controlan la inflamación y el debilitamiento de la barrera epitelial intestinal, permitiendo el paso de bacterias y antígenos a la mucosa. • Microbiota: Las MICI suelen asociarse a un desequilibrio del microbiota intestinal, o disbiosis. Este desequilibrio se manifiesta por una disminución de las bacterias beneficiosas como Faecalibacterium prausnitzii y un aumento de bacterias patógenas, en particular Escherichia coli. • Ambientales: El tabaco, la alimentación procesada y la contaminación son factores que agravan.

Tratamientos farmacológicos

Los tratamientos de las enfermedades inflamatorias crónicas del intestino (MICI) incluyen diversas opciones adaptadas a la gravedad y a la localización de la inflamación. Los enfoques terapéuticos combinan tratamientos antiinflamatorios, inmunomoduladores y, en ocasiones, quirúrgicos. • 5-Aminosalicilatos (5-ASA): Medicamentos de primera línea para las formas leves a moderadas de la CU. Administrados por vía oral o rectal, permiten reducir la inflamación colónica y mantener la remisión. La mesalazina se utiliza con frecuencia. • Corticoides: Recomendados para las formas de moderadas a graves durante los brotes inflamatorios. Sin embargo, su uso está limitado a corto plazo debido a los efectos secundarios. • Inmunomoduladores: Azatioprina y 6-mercaptopurina se utilizan en tratamiento de mantenimiento para prevenir recaídas tras la remisión. Estos medicamentos actúan sobre la respuesta inmunitaria, pero requieren un seguimiento regular debido a sus efectos adversos. • Bioterapias: Los anti-TNFα (como el infliximab) son especialmente eficaces en las formas graves o refractarias de la CU. Otras opciones incluyen el vedolizumab, que se dirige a las moléculas responsables de la inflamación intestinal.

Enfoques complementarios

Los enfoques complementarios, basados en la fitoterapia y la nutrición, ofrecen complementos para atenuar la inflamación y reforzar la salud intestinal. Algunas plantas han demostrado efectos antiinflamatorios y protectores sobre la mucosa intestinal. Entre ellas, el Aloe vera, rico en compuestos como la aloína, reduce los marcadores inflamatorios y favorece la regeneración de los tejidos dañados. La curcumina, extraída de la cúrcuma, inhibe las vías inflamatorias como NF-κB y disminuye las citocinas proinflamatorias como IL-1β y TNF-α. Además, extractos de Boswellia serrata, gracias al ácido boswélico, reducen la actividad de la ciclooxigenasa-2 (COX-2) y del factor de transcripción NF-κB, contribuyendo a aliviar los síntomas de las MICI. Por último, el jengibre, por su componente activo shogaol, ha mostrado beneficios al reducir el daño tisular y los marcadores inflamatorios. Una dieta adecuada sigue siendo imprescindible para limitar los brotes inflamatorios. Las recomendaciones incluyen la reducción de las fibras insolubles durante las fases agudas y la introducción de probióticos como el Lactobacillus acidophilus y el Bifidobacterium bifidum para reequilibrar el microbiota intestinal. Los antioxidantes alimentarios como los polifenoles, presentes en el té verde y en algunas frutas, también ofrecen protección contra el daño oxidativo. Por último, la adopción de una dieta baja en lactosa y sin gluten puede ser beneficiosa para algunos pacientes. La suplementación con magnesio, zinc y cobre contribuye a la regeneración celular y a la modulación de las respuestas inmunitarias. El bisglicinato de magnesio, en particular, mejora las funciones neurológicas y reduce la fatiga relacionada con las MICI. Además, la vitamina D y el calcio son esenciales para prevenir la fragilidad ósea frecuentemente asociada a estas enfermedades.

# EII


Enfermedades inflamatorias crónicas del intestino : les compléments alimentaires les plus étudiés


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Pruebas insuficientes

Cúrcuma

etudes2 estudios

Psyllium rubio

etudes1 estudio  

Semillas de lino

etudes2 estudios

Fermentos lácticos

etudes10 estudios

Kéfir

etudes1 estudio  

Mirra  plus Carbón activo  plus Manzanilla romana

etudes2 estudios
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