Deficiencia de coenzima Q10: los suplementos alimenticios más eficaces

La coenzima Q10 (CoQ10) es un compuesto natural presente en casi todas las células del organismo, aunque su presencia es especialmente elevada en los órganos que requieren un alto nivel de energía, como el corazón, los músculos, el cerebro, los pulmones y el sistema inmunitario. Este nutriente, mucho menos conocido que las vitaminas o los minerales, desempeña un papel indispensable en la producción de energía celular al participar en la síntesis de ATP (adenosín trifosfato), la molécula de energía primaria del cuerpo. Además, la CoQ10 actúa como un potente antioxidante, protegiendo las membranas celulares del daño oxidativo causado por los radicales libres. La CoQ10 existe en dos formas principales: el ubiquinol, la forma reducida, y la ubiquinona, la forma oxidada. El ubiquinol constituye aproximadamente el 90 % de la CoQ10 presente en la sangre de individuos sanos. No obstante, esta proporción ubiquinol/ubiquinona tiende a disminuir con la edad, señal de un estado antioxidante menos óptimo. Al envejecer, la producción de CoQ10 en los órganos puede reducirse a la mitad, lo que a menudo se correlaciona con la aparición de problemas de salud como la hipertensión y la insuficiencia cardíaca.

Fuentes alimentarias de CoQ10

La CoQ10 está presente de forma natural en varios alimentos, pero en cantidades relativamente bajas en comparación con las necesidades potenciales del organismo. Las fuentes más concentradas son los productos de origen animal, especialmente la carne (como la de vacuno y el pollo) y el pescado (como el salmón y las sardinas). Cantidades menores también se encuentran en algunas verduras, especialmente el brócoli, la coliflor, las espinacas, los frutos secos y la soja. A pesar de estas fuentes alimentarias, es difícil obtener cantidades terapéuticas de CoQ10 únicamente a través de la alimentación, lo que explica por qué la suplementación suele ser necesaria, en particular para las personas en riesgo.

Síntomas de una deficiencia de CoQ10

Las deficiencias de CoQ10 son raras, pero pueden ocurrir debido a una síntesis endógena insuficiente, por carencias nutricionales, por la edad avanzada o por el uso de ciertos medicamentos, como las estatinas, que se emplean para reducir el colesterol. Los síntomas de una deficiencia de CoQ10 pueden incluir fatiga, dolores musculares, calambres, así como una debilidad general. Estos síntomas a menudo se subestiman o se atribuyen a otras causas, lo que hace que la deficiencia de CoQ10 sea menos reconocida en la práctica clínica. Las personas con ciertas enfermedades crónicas, como la insuficiencia cardíaca, la miocardiopatía, la hipertensión y las enfermedades neurodegenerativas, suelen presentar niveles de CoQ10 inferiores a lo normal, lo que podría agravar su estado de salud. Es importante señalar que la deficiencia de CoQ10 también puede asociarse con trastornos metabólicos, enfermedades crónicas como la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica, así como enfermedades autoinmunes como la tiroiditis de Hashimoto.

Prevención

La suplementación con CoQ10 puede ser beneficiosa para corregir las deficiencias y mejorar los síntomas asociados. Las formas de CoQ10 más comúnmente utilizadas en suplementación incluyen el ubiquinol y la ubiquinona. El ubiquinol, debido a su mejor biodisponibilidad, suele preferirse, especialmente en personas mayores o en aquellas que padecen enfermedades crónicas. También se recomiendan las formulaciones oleosas, como las combinadas con aceite de oliva, ya que mejoran la absorción. Las dosis de CoQ10 pueden variar en función de las necesidades individuales. Para los adultos sanos, una dosis típica se sitúa entre 100 y 200 mg al día, pero puede aumentarse hasta 400 mg o más en algunos casos, en particular para las personas que padecen insuficiencia cardíaca o que toman estatinas. En ese caso se aconseja consultar a un profesional de la salud antes de comenzar una suplementación con CoQ10.