Anemia: complementos alimenticios más eficaces

La anemia es una condición en la que la concentración de glóbulos rojos o de hemoglobina, una proteína clave que transporta el oxígeno en la sangre, es inferior a lo normal. En los adultos, el umbral de anemia se define por una tasa de hemoglobina inferior a 13 g/dl en el hombre y a 11,5 g/dl en la mujer. En la mujer embarazada, este umbral es de 10,5 g/dl a partir del segundo trimestre. Una reducción de los glóbulos rojos puede estar causada por una pérdida de sangre, una destrucción aumentada de estas células o una disminución de su producción.

Causas de la anemia

Las anemias pueden clasificarse según tres grandes causas: • Pérdida de sangre: Este tipo de anemia suele estar relacionado con reglas abundantes, úlceras, hemorragias gastrointestinales (provocadas por el uso prolongado de aspirina o AINE), o tumores de riñón o de vejiga. • Producción alterada de glóbulos rojos: Esta condición incluye las anemias causadas por deficiencias de hierro, vitamina B12 o folatos, pero también por enfermedades crónicas como la insuficiencia renal o enfermedades autoinmunes. • Destrucción excesiva de glóbulos rojos: Aquí hablamos de anemias hemolíticas, en las que los glóbulos rojos se destruyen más rápidamente de lo que se producen. La forma más común de anemia es la anemia ferropénica, causada por una deficiencia de hierro. El hierro es esencial para la producción de hemoglobina en la médula ósea. Esta deficiencia puede resultar de una absorción insuficiente de hierro en la alimentación, de hemorragias crónicas (úlceras, reglas abundantes), o de enfermedades como la enfermedad celíaca, que altera la absorción del hierro.

Síntomas de la anemia

La anemia puede pasar desapercibida cuando se desarrolla de forma progresiva. No obstante, los síntomas frecuentes incluyen: • Una palidez visible, en particular en la piel y las conjuntivas. • Un cansancio intenso o una debilidad general. • Falta de aire tras pequeños esfuerzos. • Mareos, dolores de cabeza y palpitaciones cardíacas. En algunos pacientes, la anemia también puede provocar trastornos menstruales, una pérdida de libido y, en los casos graves, una insuficiencia cardiaca congestiva.

Tratamiento de la anemia

El tratamiento de la anemia depende de su causa. Los suplementos de hierro son el tratamiento de elección para la anemia ferropénica. Entre las formas más frecuentes se encuentran el sulfato ferroso, el fumarato y el gluconato de hierro, que suelen preferirse por su mayor biodisponibilidad. Los estudios muestran que la toma de suplementos de hierro permite aumentar la tasa de hemoglobina en 1 g/dL cada 2 a 3 semanas, pero puede hacer falta hasta 4 meses para reconstituir completamente las reservas de hierro del organismo. Como complemento, la vitamina C es un factor clave para optimizar la absorción del hierro. Estudios en pacientes anémicos sometidos a hemodiálisis han mostrado que la toma de 200 a 300 mg de vitamina C tres veces por semana durante 3 a 6 meses puede aumentar los niveles de hemoglobina en 0,9 g/dL.

Suplementación con hierro

Históricamente, el hierro se administra en dosis diarias. Sin embargo, estudios recientes sugieren que la suplementación intermitente (de 1 a 3 veces por semana) puede ser tan eficaz, o incluso mejor para algunos pacientes, ya que mejora la absorción del hierro y reduce los efectos secundarios gastrointestinales como las náuseas o el estreñimiento. Para los pacientes con anemia grave, puede ser necesaria una suplementación diaria o incluso dos veces al día para obtener una respuesta más rápida. Además, puede considerarse la administración de hierro intravenoso en los casos de intolerancia al hierro oral o de anemia grave que requiera transfusiones sanguíneas.

Prevención y consejos dietéticos

La prevención de la anemia se basa en gran medida en una alimentación equilibrada. Los alimentos ricos en hierro hemo, como la carne y el pescado, son los más fácilmente absorbidos por el organismo, con una tasa de absorción de hasta el 25 %, en comparación con menos del 5 % para el hierro no hemo de los vegetales. También se aconseja incluir fuentes de vitamina C en las comidas para maximizar la absorción del hierro. En las mujeres embarazadas, las necesidades de hierro aumentan de manera significativa, con ingestas recomendadas de 20 a 30 mg al día durante el embarazo. Un seguimiento médico regular y análisis de sangre permiten detectar precozmente las deficiencias y adaptar el tratamiento.