Alergias: suplementos alimenticios más eficaces

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Las alergias designan un conjunto de reacciones de hipersensibilidad en las que el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada a sustancias normalmente inofensivas llamadas alérgenos. Estos alérgenos pueden incluir alimentos, partículas en suspensión en el aire (polen, ácaros, pelos de animales), medicamentos, o picaduras de insectos.

Mecanismos de las alergias

Las alergias pueden producirse por dos mecanismos principales: • Hipersensibilidad inmediata (dependiente de IgE): Este mecanismo es responsable de la mayoría de las alergias respiratorias y alimentarias. En el primer contacto con un alérgeno, el sistema inmunitario produce anticuerpos específicos llamados IgE. Estas IgE se fijan a células inmunitarias como los mastocitos y los basófilos. En un segundo contacto, el alérgeno es captado por las IgE, provocando la liberación de mediadores como la histamina, responsable de los síntomas alérgicos inmediatos como la urticaria, la rinitis y las crisis de asma. • Hipersensibilidad retardada (mediada por los linfocitos T): Este mecanismo suele estar implicado en las alergias cutáneas como el eccema de contacto. Tras el primer contacto, el alérgeno penetra la piel y es captado por las células de Langerhans situadas en la capa epidérmica. En un nuevo contacto con ese alérgeno, los linfocitos T activados desencadenan una reacción inflamatoria local, provocando lesiones cutáneas como enrojecimiento, picor o ampollas.

Síntomas

En general, los signos son precoces, o incluso inmediatos. Aparecen a más tardar cuatro horas después de la ingestión del alimento en el caso de una alergia alimentaria (como una reacción anafiláctica, el edema de Quincke o un edema laríngeo grave). Excepto en las formas digestivas retardadas y en el eccema, donde los síntomas están presentes de forma continua, los signos respiratorios son otra manifestación frecuente de la alergia, e incluyen dificultad respiratoria, sibilancias, tos, rinitis o rinoconjuntivitis. Las manifestaciones cutáneas incluyen el eccema (grave en los niños pequeños), el prurito, erupciones cutáneas, urticaria localizada o generalizada y edema. Los signos digestivos tipo dolores abdominales, vómitos, diarreas son clásicos pero poco específicos. Se habla de choque anafiláctico cuando están afectados dos órganos (cutáneos y/o mucosos, respiratorios, taquicardia, trastornos digestivos).

Diagnóstico

El diagnóstico puede no ser evidente, y depende de las manifestaciones de la alergia y de los alérgenos implicados. Se basa en la identificación precisa de los alérgenos responsables, a través de una encuesta alimentaria y diversas exploraciones alergológicas, como la prueba de provocación oral, las pruebas cutáneas "prick-tests", los atopy patch tests, la determinación de IgE específicas y los tests multialérgenos.

Tratamiento

El tratamiento de la alergia combina varias estrategias: • Evitar el alérgeno: El primer paso del tratamiento consiste en limitar la exposición al alérgeno responsable, aunque esto puede ser difícil para los alérgenos ambientales como el polen o los ácaros. • Medicamentos: Los antihistamínicos se utilizan para aliviar los síntomas inmediatos bloqueando la acción de la histamina. En caso de reacción grave, se administra adrenalina para contrarrestar rápidamente los efectos del choque anafiláctico. Otros medicamentos, como los corticosteroides y los broncodilatadores, pueden prescribirse para manejar la inflamación crónica y el asma. • Inmunoterapia: La desensibilización, o inmunoterapia, consiste en exponer progresivamente al organismo a pequeñas cantidades del alérgeno con el fin de aumentar la tolerancia. Esto puede reducir la gravedad de las reacciones alérgicas a largo plazo, en particular para las alergias respiratorias.

Enfoque holístico

Las alergias están a menudo relacionadas con un estrés inmunológico duradero y con un desequilibrio del sistema inmunitario. Una disbiosis intestinal, caracterizada por una mayor permeabilidad intestinal, puede favorecer la aparición de alergias, especialmente al permitir la entrada de antígenos indeseados. La relación entre el intestino y el sistema inmunitario está bien establecida, y un intestino en mal estado puede desempeñar un papel clave en la manifestación de las alergias. Por ello es esencial considerar el estado del intestino y velar por mantener una buena salud digestiva para prevenir o atenuar los síntomas alérgicos. La alimentación juega un papel central en este equilibrio, en particular el consumo de alimentos ricos en omega-3, que favorecen la reducción de la inflamación, y de antioxidantes, que protegen las células contra el estrés oxidativo. Los micronutrientes, tales como el zinc, el magnesio y el selenio, también pueden desempeñar un papel en el apoyo de la respuesta inmunitaria y en la reducción de las reacciones alérgicas. Estudios han demostrado que el zinc es necesario para la síntesis del factor tímico sérico, que favorece la diferenciación de las células T. La vitamina C, por su parte, es un antioxidante potente que puede ayudar a reducir la severidad de las crisis de asma y de las rinitis alérgicas. Los oligoelementos también pueden usarse por vía oral para reforzar el terreno. El manganeso y el cobre, por ejemplo, pueden ayudar en la modulación de la respuesta inmunitaria.

Prevención

En términos de prevención, se recomienda evitar los alérgenos implicados y adoptar estrategias para reducir la exposición a los alérgenos, como ventilar regularmente el interior de la vivienda y mantener una higiene adecuada para limitar las alergias. En los niños, la prevención se basa en la lactancia exclusiva durante los primeros 4 a 6 meses, una diversificación alimentaria prudente, introducida entre la semana 17 y la 24, con alimentos ricos en hierro (huevos, carne) y en ácidos grasos poliinsaturados (huevos, pescado graso), y la introducción progresiva del gluten entre los 4 y los 7 meses para reducir el riesgo de alergia al trigo, de enfermedad celíaca y de diabetes tipo 1.

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