Clavo de olor: beneficios, dosificación, contraindicaciones
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El clavo de olor es un árbol de hoja perenne que puede alcanzar los 20 metros de altura, originario de Indonesia. El uso popular de los botones florales del clavo de olor como especia hace que hoy en día el clavo de olor se cultive en numerosos países como India, Brasil, Malasia...
Las flores de color blanco rosado se agrupan en pequeñas cimas compactas y ramificadas. El fruto es una baya alargada de color rojo oscuro en la madurez que contiene una o dos semillas.
Los botones florales sin abrir, llamados «clavos», son las partes utilizadas en medicina. Se recolectan durante la maduración y se secan al sol.
El aceite de brote de clavo contiene entre un 60 % y un 90 % de eugenol, y también beta-cariofileno, que representa aproximadamente el 13 % del aceite. Los botones florales contienen flavonoides (quercetol, kaempferol...), taninos (taninos gálicos y elágicos) y ácidos triterpénicos.
El clavo de olor fue muy apreciado en la Antigüedad por los romanos y los chinos. Llegó a Europa hacia el siglo IV y se popularizó como antiséptico y anestésico, sobre todo a nivel dental. Los brotes secos se utilizan en la medicina tradicional ayurvédica para tratar las afecciones respiratorias y digestivas.
En relación con estas propiedades, el clavo de olor se utiliza en las infecciones ORL, las patologías hepato-digestivas.
Más recientemente, algunos estudios han puesto de manifiesto una acción hipoglucemiante potencialmente beneficiosa en la intolerancia a la glucosa (prediabetes).
Nombre(s) científico(s)
Syzygium aromaticum, Eugenia caryophyllus
Familia o grupo:
Plantas
Principios activos:
Eugenol
Taninos
Ácidos triterpénicos
Indicaciones
Metodología de puntuación
Aprobación de la EFSA.
Varios ensayos clínicos (> 2) aleatorizados y controlados con doble ciego, que incluyen un número significativo de pacientes (>100) con conclusiones constantemente positivas para la indicación.
Varios ensayos clínicos (> 2) aleatorizados y controlados con doble ciego, e incluyendo un número significativo de pacientes (>100) con conclusiones positivas para la indicación.
Uno o varios estudios aleatorizados o varias cohortes o estudios epidemiológicos con conclusiones positivas para la indicación.
Existen estudios clínicos pero no son controlados, con conclusiones que pueden ser positivas o contradictorias.
Ausencia de estudios clínicos a la fecha que puedan demostrar la indicación.