Achicoria: beneficios, posología, contraindicaciones

La achicoria es una planta perenne perteneciente a la familia Asteraceae. Originaria de Europa y Asia, crece comúnmente a lo largo de los caminos y en terrenos incultos. Mencionada en el Papiro de Ebers, que data del año 4000 a. C., la achicoria tiene una larga historia de uso medicinal y culinario. Su nombre «intybus» proviene del siríaco, y significa «tallo hueco», como una flauta. Durante el primer año forma una roseta de hojas aterciopeladas; en el segundo año eleva un tallo erguido y florece de julio a septiembre, luciendo magníficas flores azul celeste que a menudo se agrupan de dos en dos. La achicoria es apreciada por sus propiedades medicinales y sus usos culinarios. Santa Hildegarda la recomendaba contra las indigestiones y para tratar heridas y forúnculos en uso externo. El jugo de la planta se empleaba antiguamente contra los envenenamientos. La planta entera es reconocida por sus propiedades tónicas, estomáquicas, depurativas, diuréticas, laxantes, colagogas y antifebriles. Favorece la eliminación del exceso de bilis y limpia el hígado, el bazo y los riñones. Se utilizan las partes aéreas y las raíces de la achicoria. Contienen inulina (10 a 15 %), lactonas sesquiterpénicas, ácidos fenólicos (ácido clorogénico y ácido cafeico...), fitoesteroles y taninos. La achicoria también es rica en vitaminas C, B, P y K. Desde hace siglos la achicoria se consume como ensalada. Se considera un excelente remedio-alimento, ya que fortalece el estómago. Además de sus usos culinarios, la achicoria también se cultiva para la producción de café de achicoria, una alternativa sin cafeína al café tradicional. Hoy en día la achicoria se utiliza en trastornos digestivos tales como hinchazón, lentitud de la digestión, eructos y flatulencias; para facilitar las funciones de eliminación urinaria y digestiva; como adyuvante en regímenes para adelgazar; y para favorecer la eliminación renal del agua.